La idea de actores no profesionales interpretando una realidad que fue el tema central del Neorrealismo es la gran inspiradora de esta película que en 1950 hizo César Enriquez.
Aunque el contexto y la realidad eran totalmente distintas, Enriquez logró con esta pieza ser fuente de inspiración para tomar nuevas alternativas en América Latina a la hora de hacer cine, además de que apegarse a la corriente neorrealista le dio la oportunidad de plasmar su arte, sus inquietudes y su lenguaje cinematográfico en esta historia que refleja la realidad de un grupo de personas marginadas debido a lo que sucede en su entorno.
Otro de los elementos que sin duda es importante es que esta película se rodó en exteriores, donde las localizaciones no fueron intervenidas y que concuerdan totalmente con lo que quiso contarnos Enriquez con esta película: individuos de clase social baja que muy a pesar de su mala situación, mantienen ciertos valores morales y familiares que prevalecen.
Es muy interesante cómo este venezolano logró tomar elementos de un cine que nació en un ambiente que estaba apenas sobreviviendo a una guerra y los trasladó con éxito a una realidad que si bien no era post guerra, sí tenía estos elementos de gente buscando nuevas oportunidades, de un nuevo comienzo. Todo esto envuelto en una historia que incluye violencia, el amor como elemento de sanación para los personajes y una estética que quedó como referencia para el cine venezolano.
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